viernes, 27 de marzo de 2020

El Árbol del dragón

Palmeras, dragos, laureles, pinos, cardones, tabaibas, veroles, siemprevivas, tajinastes, ... coinciden en el mismo jardín. Todos ellos amanecen y anochecen felices en el mismo hogar, en este museo de la Flora Canaria. El jardín, acoge muchas especies y están representados todos los ecosistemas canarios. 

Somos conscientes de la situación de incertidumbre que estamos viviendo, pero estamos juntos en esto y seguros de que llegará el tiempo de disfrutar y cuando todo esto pase, podrás elegirnos para adentrarte con nosotros en este universo botánico y descubrir los secretos de la Flora más singular del archipiélago canario con todos tus sentidos.

Descubre con nosotros los encantos y leyendas que esconde este mágico árbol bajo su sombra, localizado en el barranco con más historia de nuestra isla, por donde transcurrió el río de Gran Canaria.



Existen leyendas y mitos de la antigüedad que relacionan, al enorme dragón de las cien cabezas con el legendario árbol de las islas atlánticas de la Macaronesia. El árbol, fue testigo de una de las aventuras vividas en el Jardín de las Hespérides un paraíso lleno de manzanas de oro protegidas por un dragón de cien cabezas, que al morir se transformó en un bosque de cien dragos.

Según cuenta la leyenda, hubo una vez un antiguo mercader que navegaba perdido por el Océano Atlántico en busca de exóticas tierras donde se conocía que existían productos medicinales que tenían un valor incalculable y que servían de intercambio con otros navíos y comerciantes. Cuando el marinero desembarcó en tierra firme, raptó a una doncella aborigen que tomaba un baño en las aguas del Océano Atlántico llevándosela consigo a la fuerza.


La joven mientras tanto iba recolectando frutos de los árboles del lugar y esa noche se los dio al marinero para así lograr su confianza y poder huir. Efectivamente, eso fue lo que sucedió, el extranjero se sintió cómodo y complacido por la doncella, pero cuando quiso darse cuenta la doncella lo había abandonado y había echado a correr. No pudo alcanzarla, y se ocultó entre los árboles de la Laurisilva Canaria. El joven esa noche, estuvo buscando la silueta de la joven entre la vegetación, hasta que de pronto se encontró un gigantesco árbol con innumerables ramas que protegían a la doncella que se ocultaba tras él.

Allí el viajero, desde la distancia, lanzó una flecha con su prodigiosa fuerza y acabó con la vida del dragón. La sangre de la criatura brotaba de sus poros derramándose por toda la tierra.

En ese preciso momento, el joven sintió un escalofrío que recorría todo su cuerpo y vino a su mente el mito de las Hespérides, que custodiaban las manzanas de oro de su jardín.

El mercader, dio un paso atrás y corrió todo lo que pudo para alejarse de aquellas tierras llevándose en su mente una imagen que alimentaría una leyenda. Frente a él, y ante sus ojos tuvo al feroz dragón que acudió a la llamada de esta joven.



En la actualidad podemos encontrar a este gigante del reino vegetal, permanece entre nosotros, sereno, majestuoso y en su sombra guarda y cuida leyendas y simbolismos, distinguido por ser la única especie en el mundo que posee una sabia que se transforma en roja en contacto con el aire.

La historia recoge que los antiguos aborígenes canarios que poblaron las Islas les dieron diferentes usos y fines milagrosos. Además, para las culturas del Mediterráneo, el drago ha sido un árbol mitológico e incluso sagrado. Su resina y su savia roja conocida como ¨sangre de dragón¨ fue un preciado producto, objeto de un gran comercio con los antiguos romanos y hasta el siglo XIX con muchos países de Europa, que lo utilizaban para curas medicinales y para la fabricación de tintes y barnices. Parece muy probable que comieran los frutos de este árbol. Sin embargo, es su savia, la que más repercusión ha tenido tradicionalmente.

Actualmente, son una especie endémica y es el símbolo de las Islas Canarias, aunque todos los usos que se le han dado históricamente han caído en el olvido y el drago se ha convertido en una especie protegida.

Su aspecto no es como la de un árbol normal, tiene un gran porte (hasta superar los 20 metros.), su tronco es grueso y tiene largas hojas (50-60 cms.)  formadas por grandes manojos de ramas.
Su proceso de crecimiento es lento. Llegar a determinar la edad exacta de los dragos es muy compleja, se podría estimar de forma orientativa por el número de ramificaciones que tiene, se consideran quince años por cada una de ellas. 

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